domingo, 26 de abril de 2009

CUAJADERA

Voy a estar unos días ausente pues me voy a hacer el Camino de Santiago, bueno o por lo menos a intentarlo, era una ilusión que teníamos pendiente desde hace tiempo y que por fin vamos a hacer realidad.

Pero antes os quiero dejar una receta y es la de la “Cuajadera”. La Cuajadera es un guiso de pescado al horno, hecho con patatas y verduras típico de la provincia de Almería. La primera vez que probé este plato fue en Cabo de Gata.


En algún lugar he leído que “Cabo de Gata es una rara muestra de la Naturaleza en estado puro”, y realmente es así.

Es probablemente uno de los últimos reductos de costa virgen del Mediterráneo. Es la región más árida de toda Europa continental , por lo que cuenta con multitud de especies vegetales endémicas y hasta hace pocos años fue santuario de las últimas focas monje
de Europa.

Discurre a lo largo de la costa configurando un litoral abrupto y acantilado en el que aparecen pequeñas calas que coinciden con la desembocadura de barrancos y cursos fluviales.

Esta tierra, dada su proximidad a las costas argelinas, sufrió durante siglos los ataques de los corsarios berberiscos, por lo que entre los siglos XV al XVIII fueron muchas las fortificaciones
defensivas que se construyeron, de las que aún podemos contemplar algunas a lo largo de su costa.

En 1987 esta zona fue declarada Parque Natural marítimo terrestre y con razón. En España un Parque natural “es aquel espacio natural con características biológicas o paisajísticas especiales que les hacen gozar de especial protección”.
Las numerosas calas de arenas blancas y aguas transparentes de Cabo de Gata,
los fondos marinos que están formados por praderas de Posidonia oceánica,
los arrecifes, los pueblecitos blancos de pescadores, el clima, las especies vegetales como el

palmito, el lentisco, la pita, el acebuche y el azufaifo, hicieron que con justicia se diese este calificativo a esta zona.

Es delicioso en primavera admirar el colorido de sus flores
Ir a bucear, a practicar wind surf o simplemente a pasear por Cabo de Gata constituye un privilegio, comer en cualquiera de los restaurantes que encontramos en los distintos pueblos como La Isleta del Moro, Rodalquilar, San José…,

contemplar una puesta de sol desde el Faro de Cabo de Gata, avistar diferentes aves paseando por las Salinas, es algo que los que vayáis por tierras de Almería no debéis dejar de hacer y os aseguro que no os arrepentiréis.

Y no dejéis de daros una vuelta por sus pueblecitos de interior, vale la pena acercarse a El Pozo de Los Frailes para admirar su vieja noria
o a Fernán Perez para contemplar el molino y el pozo.


En cualquier rincón podemos encontrar un sencillo detalle sobre sus paredes rabiosamente encaladas.

Cabo de Gata es uno de esos lugares del que te vas deseando volver pronto, para disfrutar de su belleza, de su encanto y de su paz.

Y ya, vayamos a la receta de la Cuajadera, he de decir “de esta mi receta”, que no es absolutamente auténtica, pues si bien he respetado los ingredientes, he variado la preparación de alguno de ellos.

Ingredientes:

4 colas de rape
4 trozos de perca
8 gambas
300 gr. de mejillones
300 gr. de almejas
300 gr. de calamar
2 patatas
1 cebolla
2 dientes de ajo
50 ml. de aceite de oliva
1/2 vaso de agua
½ vaso de vino blanco
3 hojas de laurel
Pimentón, pimienta, ½ cayena

1 huevo
Perejil

Elaboración:

Freír la cebolla, escurrirla y pasarla por la batidora.
Freír el pimiento en juliana, escurrir y retirar
Echar estos dos ingredientes en el fondo de una bandeja de horno
Encima colocar las colas de rape y los trozos de perca, entre medio las patatas cortadas en trozos grandes, añadir el aceite y el agua.
Aparte triturar el tomate con el vino y los ajos, verter esta mezcla sobre la fuente, terminar añadiendo el laurel y las especias.


Tapar bien la fuente con papel de aluminio y cocer por espacio de una hora a 250º

Pasado este tiempo añadir las gambas y los mejillones con solo una de sus cáscaras que previamente habremos abierto en una sartén al fuego. Dejar cocer otros diez minutos. Asegurarse de que las patatas estén bien cocidas.
Fuera del fuego espolvorear con el huevo que previamente habremos cocido y cortado pequeñito y el perejil.
Yo lo sirvo con poco caldo, aunque pongo en la mesa una salsera para que cada comensal se pueda poner a su gusto el que quiera.

Nota: En la receta original la cebolla y el pimiento se suelen poner crudos en la fuente, pero dado que en ese caso quedan tipo hervido y en casa no es así como nos gustan, he optado por freírlos como os he indicado.

Fuente: Una adaptación de la receta de Daniel Gonzalez


Y... hasta la vuelta, el martes 28 empezamos el Camino…

lunes, 20 de abril de 2009

PLATO ALPUJARREÑO


He estado un par de semanas perdida por tierras almerienses y granadinas, dividiendo mi tiempo entre Cabo de Gata y La Alpujarra, disfrutando de la quietud, el sol y la luz, esa luz tan especial que ilumina el sur de España.
Hoy, al tiempo que os traigo la receta del “Plato alpujarreño”, os voy a hablar de esta comarca. La Alpujarra, a caballo entre Almería y Granada, entre Sierra Nevada y el Mediterráneo, de la que tanto se ha escrito por la belleza de sus paisajes, sus pueblos blancos arracimados trepando por las montañas, la sencillez de sus gentes, su artesanía y sus costumbres.


Esta región tuvo durante siglos la fama de ser invencible, romanos, árabes, españoles, franceses intentaron conquistarla, pero fueron los musulmanes los únicos que lo lograron, ellos se mantuvieron en La Alpujarra por un largo periodo, desde el siglo VIII hasta el siglo XVI.

Esta comarca fue el último reducto de los moriscos, a quienes se permitió seguir habitando sus tierras hasta mucho después de la Conquista de Granada en 1492. Pero tras la revuelta morisca de Las Alpujarras en 1568 éstos fueron expulsados, no obstante y por mandato real algunos de ellos, dos familias en cada población, permanecieron en la región para instruir a los nuevos habitantes traídos del Norte de España, principalmente de Galicia y Asturias, en el cultivo en terrazas y en la utilización de los sistemas de irrigación a base de acequias. A partir de entonces durante siglos permaneció olvidada, hasta que ya en el siglo XIX viajeros, venidos algunos de ellos de fuera de la Península Ibérica la redescubrieron.

Las tradiciones y costumbres de los alpujarreños se han mantenido hasta hoy, la influencia morisca se puede observar a simple vista, en la agricultura, en el estilo arquitectónico en que



están construidas sus casas, parecen pequeños cubos, de reminiscencia bereber,

en el tejido de sus alfombras, en la alfarería…

En cualquier rincón topamos con una sencillez alegre y encantadora, una simple cortina de tela alpujarreña cubriendo una entrada,

unos "pimientillos" puestos a secar en la fachada encalada de sus balcones,

Chimenea alpujarreña


Tejado cubierto de launa

una chimenea que emerge de los tejados hechos con pesadas losas de piedras dispuestas horizontalmente y cubiertas con una gruesa capa de launa apisonada ( la launa es una especie de arcilla obtenida a base de la descomposición del magnesio gris que cubre los barrancos)

Los simples nombres de alguna de sus calles ya nos da la idea de la quietud de los pueblos








La contemplación de cualquier sencillo rincón alegra la vista del paseante.
Pueblos como Trevélez, el pueblo más alto de España, famoso por el secado de sus jamones serranos, el bonito Pampaneira, situado en el Barranco de Poqueira, que junto a Bubión y Capileira constituyen un Conjunto Histórico Artístico, que ha mantenido su aspecto bereber en la arquitectura de sus casas y calles. Yegen, que aún conserva la casa en la que residió el escritor Gerald Brenan, y a la que actualmente se conoce como la Casa del Inglés o de Don Geraldo....

Si alguno de vosotros tenéis la posibilidad de visitar estas tierras, os recomiendo antes la lectura del libro “Al sur de Granada”, escrito por el mencionado hispanista Gerald Brenan, quién habitó durante siete años en el pueblecito de Yegen hacia 1920, fascinado por la sencilla espontaneidad de sus gentes, su lenguaje y sus costumbres. Otro libros, estos actuales y que aportan datos interesantes sobre la Alpujarra son “Entre limones” y “El loro en el limonero” del inglés Chris Stewart, ex batería del grupo Génesis que tras comprarse un cortijo en La Alpujarra, siguen él y su familia un optimista y divertido proceso de adaptación a la vida en esta comarca.

Pero los que vayáis a visitar estas tierras ir, pensando en que no vais a encontrar obras de arte, ni casas suntuosas, ni elementos arquitectónicos sobresalientes. La Alpujarra es sencillez, es paisaje, es luz, es tradición, sólo eso, tan poco y tanto, eso es La Alpujarra.

Y ahora vamos con la receta del “Plato Alpujarreño”, que con independencia de ser todo un homenaje al colesterol está riquísimo.

Ingredientes:

1 K. de patatas
2 cebollas grandes
1 pimiento rojo
1 pimiento verde
4 Chorizos
4 morcillas
4 lonchas de jamón serrano
4 huevos
Aceite y sal.

Elaboración:

Pelar las patatas y cortarlas en rodajitas, trocear la cebolla una vez pelada, freír ambos ingredientes a fuego medio con la sartén tapada. Una vez esté listo, más hervido que frito escurrir.
En sartén aparte freír el pimiento y mezclar con lo anterior.
Freír la morcilla y el chorizo, por último freír los huevos y pasar ligeramente el jamón por la sartén.
Emplatar, como se ve en la foto y servir muy caliente.

Nota: De la cocina alpujarreña se dice que es la cocina de las tres eses: Sencilla, sana y sabrosa. Son muchos los platos típicos alpujarreños: Migas alpujarreñas, Papas a lo pobre, Gachas, Puchero…


Fuente: Un restaurante de Trevélez (Alpujarra)

domingo, 5 de abril de 2009

"LA MONA"


Voy a estar unos días ausente, pero no me quiero ir sin antes hablaros de "La Mona"
Es tradición en Cataluña que, al igual que la madrina regala a sus ahijados la palma o palmón el Domingo de Ramos, el padrino regala a los suyos la Mona el Domingo o Lunes de Pascua, día, este último, festivo en Cataluña.

Parece ser que el origen del nombre de Mona proviene de la “munna”, término árabe que significa “provisión de boca” y constituía el regalo que los moriscos hacían a sus señores.

Originariamente la tradición de la mona se extendía por el Levante español y por tierras de Aragón teniendo en cada rincón sus características.

Aquí en Cataluña la tradición de la Mona viene de esa época, hay documentos del siglo XV que ya la citan. Aunque originariamente era una torta de pan adornada con huevos de gallina, poco a poco fue evolucionando pasando a elaborarse la base de bizcocho y rellenándose de mantequilla, mermelada, merengue…, también la decoración fue evolucionando, de los huevos de gallina se pasó a los de chocolate, las plumas de ave coloreadas se sustituyeron por otras artificiales de suave colores, y poco a poco se fueron incorporando casitas, castillos, iglesias, trenes, coches… todos ellos confeccionados en chocolate y alguna vez también en crocanti,
tampoco faltan generalmente algunos pollitos y figuritas que varían cada año según los muñecos representativos de protagonistas de películas, cuentos…que estén de moda.
Es bonito pasearse estos días por las pastelerías, pues aunque la tradición es regalar la Mona, como ya he dicho, el lunes de Pascua, los escaparates exponen desde algunos días antes los motivos de chocolate que luego adornaran las tartas
Mucha gente elige el adorno de la Mona, días antes y la deja encargado, pudiendo también escoger el pastel que puede ser de mantequilla, chocolate, yema o mermelada. Hay desde pequeñas Monas individuales, hasta algunas de considerables dimensiones.
Es curioso ver los días de la Mona a la gente ir de acá para allá llevando las Monas a los ahijados, que ya las esperan con ilusión en las casas.

Actualmente los pasteleros hacen auténticas filigranas en chocolate, los escaparates se llenan de monas de todos tipos y tamaños. Algunas grandiosas representando escenas de la ciudad, o alusiones a algún hecho o personaje famoso tienen como único fin servir de adorno y reclamo en estos días. La que manda es la televisión, los personajes que han adquirido mayor fama entre los niños son los mas solicitados, aunque nunca falta Mickey Mouse, Blancanieves, “las tres bessonas” entre otros.

Es un trabajo laborioso que los pasteleros comienzan a realizar meses atrás. «Dependiendo de la mona», decían en Vilaplana (conocida pastelería de la ciudad), «el trabajo requiere grupos de hasta 14 personas, son kilos de chocolate y formas de los más laboriosas».

Normalmente los padrinos regalan la mona a sus ahijados hasta que estos hacen la Primera Comunión, aunque esto es muy relativo, mi marido por ejemplo sigue regalando una preciosa Mona a su ahijada año tras año y eso que ella ya hizo su Comunión hace muchos, muchos años. Es una bonita manera de reunirnos a la vez que celebramos esta tradición tan arraigada en nuestra tierra.
Este año, y dado que nosotros no íbamos a estar para el Día de la Mona, hemos adelantado la fiesta y hoy nos hemos reunido para no faltar a la costumbre y llevar la Mona a la ahijada de mi marido.
La Mona que ha llevado mi marido a su ahijada
Yo ahora os voy a dar las indicaciones para elaborar la Mona que yo he confeccionado en mi casa, siguiendo la receta y consejos que Mireia Carbó nos dio en la clase “Especial Monas” del Club Caprabo. ¡Gracias Mireia!

Iré por partes, primero el bizcocho:

3 yemas de huevo
1 huevo entero
50 gr. de azúcar
Ralladura de limón
80 gr. de harina tamizada
20 gr. de harina de maíz tamizada (Maizena)
30 gr. de almendra en polvo
3 claras de huevo
80 gr. de azúcar

Batir las claras incorporando el azúcar poco a poco, hasta conseguir un merengue.
Aparte batir las yemas y el huevo entero, el azúcar y la ralladura del limón hasta que queden muy esponjosas.
Unir ligeramente las yemas batidas con las claras y seguidamente las harinas, muy suavemente.
Echar la masa en un molde y cocer al horno (sólo de abajo) precalentado a 180º durante 20 minutos. (no abrir la puerta del horno durante la cocción).
Una vez fuera del horno y ya desmoldado dejar enfriar sobre una rejilla. Es mejor hacerlo de un día para otro.

Ahora la crema de mantequilla

200 gr. de azúcar
50 gr. de agua
4 yemas
250 gr. de mantequilla pomada
Licor (opcional)

Hervir el agua con el azúcar durante 3 ó 4 minutos hasta conseguir un almíbar. Agregar este almíbar en forma de hilo sobre las yemas sin dejar de batir con la batidora eléctrica (no Minipimer).
Incorporar un poco de licor al gusto
Acabar añadiendo la mantequilla pomada, sin dejar de batir. Reservar

Y por último el Almibar:

100 gr. de azúcar
100 ml de agua
Unas gotas de zumo de limón

Cocer el agua, el azúcar y las gotas de limón durante 5 minutos. Reservar

Montaje de la Mona, (tal como la he hecho yo)

Necesitaremos también almendra laminada tostada al horno.

Primeramente con un cuchillo grande afilado quitar la parte tostada y la de alrededor del bizcocho, para que el almíbar y las cremas penetren mejor y para que quede más suave.
A continuación cortar el bizcocho en tres discos
Pincelarlos cada uno de ellos con el almíbar, el de más arriba por la parte de abajo.
Cubrir cada disco con la crema de mantequilla, (si no se quiere que todo sea crema d mantequilla uno de los discos se puede recubrir de mermelada de albaricoque). Volver a montar el bizcocho en una sola pieza, cubrir superficie y bordes con crema de mantequilla y cubrirlo con las almendras fileteadas. Espolvorear con azúcar lustre.
Adornar con huevos o figuras de chocolate, pollitos y plumas. Yo he confeccionado también unas pequeñas rosas de mazapán.

Nota: Dos pequeños trucos: Para volver a montar el bizcocho una vez ya se ha dividido en tres discos, antes de separarlos hacer una rayita vertical con el dedo impregnado en harina, en el lateral, así lo volveremos a montar correctamente haciendo coincidir la raya y evitaremos que quede más alto de un lado que de otro y desnivelado.
Otro truco, para echar las almendras laminadas fácilmente, poner un trozo grande de papel de cocina sobre la superficie de trabajo, en el centro situar el pastel ya terminado, echar alrededor las almendras y desde ahí fácilmente lo iremos recubriendo, levantando las puntas del papel para que las almendras vayan cubriendo los laterales.

Fuente: Del curso de cocina de Mireia Carbó
Agradecimiento: Quiero agradecer a las pastelerías, Mauri, Pallarés, Escrivá y La Palma su amabilidad al haberme permitido fotografiar sus adornos de Mona.