
Y hablando de huevos, recuerdo que donde pasábamos los veranos, un pueblecito de la provincia de Zaragoza, a mi abuela le gustaba tener media docena de gallinas. Era un tema de conversación muy habitual, entre ella y Joaquina, una encantadora mujer que desde siempre ayudaba en casa, si las gallinas ponían o no, a mi me parecían muy preocupadas cuando no ponían y alegres cuando a nuestras inquilinas las gallinas se les ocurría poner un huevo. Total que yo, para entoncés tendría unos seis o siete años, pensé que si un día en lugar de cinco o seis huevos encontraban muchos más, estarían encantadas, por lo que cada día antes de que subiera Joaquina al gallinero, pasaba yo y escondía los huevos. Cuando tuve un buen montón, creo que serían más de treinta, los puse repartidos por los ponedores, he de decir que la temperatura de la que gozábamos estaba por encima de los 40º y sin nevera.
Bueno imaginais el final ¿no?, los huevos fueron a la basura, y yo me llevé una buena reprimenda, aunque creo que en el fondo les hizo gracia, pues esta historia, después la he oído contar infinidad de veces.
Y ahora vamos ya con la receta.
Ingredientes por persona:
2 huevos
2 salchichas
2 alcachofas de tamaño pequeño
Harina, agua y sal
Elaboración
Se hierven los huevos hasta que estén duros (1)

Mientras hacer de cada salchicha tres y freírlas


Una vez los huevos duros, se pelan, se parten por la mitad longitudinalmente y se fríen un minuto por cada lado en abundante aceite muy caliente (2), cuidando de que no se desprenda la yema de la clara.
Dejamos los tres elementos sobre papel de cocina para que éste absorba el aceite.

Mientras hacer una salsa blanca con harina y agua, debe quedar muy suave, yo le suelo añadir un preparado para salsa de ceps, pero eso ya es a gusto.

Cuando la salsa esté a punto, con cuidado se le añaden los los huevos (3), las alcachofas y las salchichas.
Dejar hacerse unos cinco minutos, sin perderlo de vista y moviendo la cazuela con suavidad. Pasado este tiempo nuestro plato está a punto para llevar a la mesa.
Nota: Si os gusta el sabor a ajito, antes de hacer la salsa blanca, podéis freír en el aceite unos ajos, que luego se pueden retirar, o bien añadir unos trocitos de jamón pasados por la sartén.
Fuente: Familiar